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El terror tiene muchas formas y la muerte cercana es una de ellas. Este blog empezó en tono irónico y burlón como manual de ayuda para dejar de matar como quien necesita dejar de fumar, partiendo de un libro ‘Inocencia Muerta’. Los primeros capítulos de este libro tienen una presentación en este blog y pueden leerse en su enlace. El resto de las historias pueden leerse en el libro.


Capitulo 4 - Quién a hierro mata a hierro muere

    Aquí tenéis el siguiente capitulo: "Quién a hierro mata a hierro muere"

 Muchísima gente piensa que el quién la hace la paga y que a todo cerdo le llega su San Martin. También se afirma en general que esta vida es injusta y que hay mucho cabronazo suelto que nunca sufrirá las consecuencias de una existencia dedicada a joder al prójimo. ¿Entonces cómo es que existen dos pensamientos tan contrarios?

Analizando la sabiduría popular podemos ver que nos advierte de que existe un efecto bumerán sobre la persona mal intencionada que hace un daño (que en mayor o menor medida de la acción realizada pero que sin duda recibirá su reprimenda). Esta filosofía nos puede ayudar un poco a esperar que la persona que odiamos se estampe por si sola, y si no es así nos conformaremos a que durante la espera la herida cicatrice y nos olvidemos de lo ocurrido. Pero si vemos como ocurre la desgracia esperada, hacía ese cabrito, disfrutamos tanto como si hubiésemos sido participes de la conjura contra él. El dicho de que a todo cerdo le llega su san Martín no parece que siempre sea cierto, aunque la vida da muchas vueltas y a veces no merece la pena sacrificar la nuestra para acabar con la de un cerdo. Aunque siempre se puede hacer un poco la traban queta (escondiendo a tiempo la piernaI.
Y si sabemos que no siempre la vida es justa ¿Porque nos engañamos a nosotros mismos?
Pues se me ocurren unas cuantas respuestas, pero siempre es la manera más fácil de resignarse a una putada. También si sabes que el que la hace la paga por tu experiencia (por cierto: felicidades). En cambio, por mi parte creo saber por qué. Me vino de la mano de la literatura infantil. Concretamente de los cuentos que me leían. Recuerdo esas noches en las que me acostaban con algún que otro cuento infantil de los de toda la vida. A esa edad de locos bajitos escuchamos los relatos sin buscar ni la moraleja ni el sentido, solo sabes que disfrutas el rato antes de poder conciliar el sueño. Pero es el subconsciente el que se pone manos a la obra cuando duermes para dejarte bien claros los mensajes subliminales. Y si bien siempre se les ha dado a los cuentos un carácter de moraleja para aprender, yo siempre he visto en ellos una segunda lectura. Cuando lo normal era recibir la doctrina de que, si eres bueno y cauto, como la mayoría de los protagonistas, todo te irá bien a pesar de las dificultades que encuentres, yo veía más bien que quien es malo acaba pagándolo caro. Curiosamente mi carácter de bonachón me hacía preocuparme de si al lobo, ogro, bruja o malo del momento al final había salido algo airoso de la historia. Lo cual hacía irritar a mi cuentacuentos porque tenía que inventarse la parte que menos salían de los cuentos para conseguir que me durmiese tranquilo.
Sin duda me vino de ahí la creencia que aún perdura de que todo el que realiza un mal recibe su merecido. El darme cuenta me hizo mirar un poco el tema de los cuentos y observar que los actuales difieren mucho de cuando se contaban antiguamente. De hecho, los grandes recopiladores de cuentos que todos conocemos y a los que tenemos que agradecer que estos hallan llegado a nuestros días narrativamente, cambiaron y suavizaron finales, hoy difíciles de aceptar. Lo que nos indica lo crueles que eran y como siguen siendo de terroríficos los cuentos. Por un lado, es como si advirtiesen a los críos de que el mundo está lleno de asesinos sin, ir más lejos tenemos a Blancanieves y Bella Burmiente. Hay incluso extremos que llegan al canibalismo como en Hansel y Gretel. ¿Realmente estos son cuentos infantiles? Como he dicho, ahora los cuentos acaban algo mejor, pero si nos remontamos al pasado el cuento de la caperucita roja por ejemplo acaba que el lobo se zampa a caperucita después de a la abuela, y santas pascuas. No aparece el leñador por ninguna parte. Si sirve de consuelo, hay una moraleja final que es casi tan tonta como el cuento en sí. ¿Y el cuento de la pobre cerillera? Es como retrasmitir la muerte de una persona minuto a minuto. Es hasta espantoso y cruel para un adulto como no lo puede ser para un niño. Igual de horrible las historias de niños abandonados por sus padres como el de Pulgarcito y en Hansel y Gretel, cuando para los niños los padres son los pilares de su vida.
Desde luego que si queremos que los niños sepan cuanto antes la cruda realidad de la vida lo mejor es contarles un cuento, como mucho los podemos traumatizar, pero qué más da si lo importante es que aprendan a diferenciar el bien del mal.
Una de las congruencias que se puede sacar de la frase “Quién a Hierro mata a hierro muere” es que la venganza está servida aunque sea por otra mano, llámese providencia o divinidad, y es que la venganza siempre será la gran discordia de la humanidad ¿Como pacificar hombres de razas y religiones que llevan sobre sus espaldas las reyertas sufridas durante siglos? Que grandioso sería el invento de poder poner el contador a cero de los rencores de todos los humanos y volver a empezar.
Por supuesto que volveríamos a fracasar a un teniéndolo tan fácil, y es que aprender de los errores para inventar artilugios no nos va tan mal, pero de nuestros fracasos sociales no hay manera, no aprendemos a esquivar la segunda piedra.
La venganza tiene un gran mal y es que se alimenta de la ira, y las personas la producimos con nutrientes muy especiales, uno de ellos es la desesperación. Y cuando aparece entonces es casi imposible encontrar la válvula de escape para que no nos reviente.


    Cuento en audio que narra un personaje en este capítulo: Cuento del hijo y la vaca

Capitulo 3 “Matar dos pájaros de un tiro”

Aquí tenéis el tercer capitulo: “Matar dos pájaros de un tiro”

  Siempre he admirado la cultura japonesa y a su gente por su esfuerzo, respeto e ímpetu que pone hacía la vida, por su delicadeza y meditación, su arte en general y sabiduría. Aunque debo criticar su orgullo y el honor, los cuales antiguamente podía (y puede) llevar a una persona al suicidio. Actualmente las cosas han cambiado y solo quiero reflejar mi queja a ese pasado. Esto lo digo porque si bien creo que morir por honor lo considero estúpido, seguro que habrá hoy en día quién me contradiga, y es según los casos, que la polémica puede llegar a grandes debates de ideas muy contrarias dependiendo de por cual sea el motivo por el que uno quiera perder la vida.
  He querido introducir este tema del suicidio porque al fin y al cabo no deja de ser un asesinato. Solo quisiera dejar entrever mi pequeña idea al respecto y comentar que creo que para suicidarse hay que tener muchos cojones u ovarios, y que tal vez se podrían utilizar de otra manera más provechosa. La frase “de perdidos al río” es de lo más apropiado para lo que comento. Lo último es la propia vida, si lo tienes todo perdido arriesgarla «¿que más te da?» Por supuesto esta opinión no entra en detalle de si la persona sufre una enfermedad (incluyendo psicológica) o en el contexto de todas las existencias, es simplemente genérica.
  Por lo tanto voy a reducir lo que podría ser un libro entero a una introducción corta, haciendo mención a una canción de “Sopa de cabra” que espero no me cobren derechos de autor.
 Cuenta la letra de una de sus canciones “L´Empordà” que, un viejo algo alocado va diciendo que se matará y solo cuando bebe dice que no lo hará por una serie de razones que menciona y que seguramente solo el alcohol le deja ver.
  El protagonista de la canción decidió cambiar de idea porque aún estaba vivo «¿Pero ¿quién puede cambiar de idea cuando se está muerto? ¿quién nos asegura que nada puede cambiar una vez muertos?» Sería sin duda ridículo que lo que nos haya llevado al suicidio se solucione por si solo cuando ya no estemos para verlo.
  Quisiera añadir cuatro párrafos de la canción mencionada, porque la considero como poesía y quisiera compartir mi adoración hacia ella.
(Los de Sopa de cabra que anoten este peloteo).
        I quan veig la llum de l´alba
        se´m treuen les ganes de marxar
        potser que avui no em suïcidi
        potser ho deixi fins demà.

Pensamiento: La gran mayoría de nosotros ya lleva un asesino potencial en la muñeca.


Capitulo 2 - “Aquí te pillo aquí te mato”

Aquí tenéis el segundo capítulo: "Aquí te pillo aquí te mato"



  He de reconocer que está es la manera más difícil en evitar cometer un asesinato. Normalmente se actúa de manera impulsiva por la rabia que surge de forma incontrolable de nuestro interior.
Popularmente diríamos que se nos cruzan los cables. Se deja de actuar de manera sensata y dominan los nervios. Unos nervios engañosos y prehistóricos que nos dicen que el matar nos va a sacar del apuro en que nos encontramos. Y tal vez ese primer impulso no sea del todo asesino, pero si llega a ser incontrolable puede que se nos nuble la visión de donde acaba el límite de agredir y empieza el de matar. También están los que no se atreven a agredir al causante de su mal y lo acaban pagando con el primero que topan.
  Como digo es enormemente difícil de controlar ese estado de enajenación mental transitoria y de hecho la gran mayoría de asesinatos se producen en esos momentos y no en otros. Aunque la venganza se sirva mejor fría, también se enfrían los sofocones del momento. Por eso cuando uno se siente en un estado así, lo mejor es darse una bofetada a sí mismo. Esto siempre dejará por completo desconcertado a la que podría ser la víctima y nos recordará lo que duele la violencia.
Si contar ovejitas te funciona para dormir, también lo puedes probar antes de cometer un acto barbarie. Cuando llegues a la oveja cinco mil y aún sigas contando es que ha ido bien. Si no eres ni capaz de pasar de la tercera no siempre pienses que estás jodido, a lo mejor es que necesitas clases de repaso (por cierto, después viene la cuarta oveja).
Si se intenta mirar las cosas con otra perspectiva, nos equivocaríamos menos, seguro. Un ejemplo sería la persona que no sabe a quién matar por haber sido culpable de la ruptura de su relación, al amante o a la pareja. Lo primero que debería preguntarse es si no ha sido el mismo, el culpable de la ruptura. Además, y si resulta que la pareja es un@ guarr@ de cuidado... mejor que se sepa cuanto antes.
  En estas series (tan de moda) que siempre asesinan a alguien queda patente que la mayoría de los asesinatos se realizan en los momentos de tensión y pocas veces son premeditados. Y es que estas series están siendo toda una institución haciendo creer a la gente lo fácil que es cargarse a alguien.   El colmo es ver como padres dejan a sus hijos menores contemplarlas como algo beneficioso para la intelectualidad del niño. Además, que los instruyen descriptivamente como algo tan exagerado como el siguiente caso:
  Padre e hijo están viendo un capítulo y el hijo se pierde en una conversación porque no sabe el significado de una palabra.
- Papá ¿Qué es un homicidio?
- Mira cariño. Si yo mato a apuñaladas al vecino que sabes que odio tanto ¿Qué sería?
- Asesinato.
- Correcto. Ahora imaginemos que una tarde estás jugando en el balcón y sin querer empujas una de las macetas más grandes que tenemos y le cae al dichoso vecino en la cabeza. Si este se muere del impacto sería homicidio por ser un accidente involuntario. El seguro del piso pagaría los gastos de daños y perjuicios a la familia de la víctima y poco más –el padre tomo aire antes de continuar para dejarle bien claro lo que venía a continuación–. Ese poco más sería que papá te tendría que regalar una videoconsola último modelo con los últimos juegos del mercado para que pudieras olvidar el accidente que cometiste y que le costó la vida al jodido vecino.
Volviendo al tema que plantea el título propuesto para este capítulo “aquí te pillo aquí te mato”, quisiera recalcar que el estrés es un culpable de que se cometan actos de los que luego nos arrepentiríamos. Se ha demostrado estadísticamente que la gente que practica un deporte o algún tipo de relajación suele tener menos estrés, y por consiguiente está menos dispuesta al riesgo de ataques de instinto asesino.
Entonces, si sabes que eres propenso al estrés, lo suyo es que hagas una práctica diaria de alguna actividad (el zapping no cuenta como deporte).

Capítulo 1 "Muerto el perro, se acabó la rabia”

Si quieres leer el primer capítulo:  "Muerto el perro, se acabó la rabia”



  Divertida película: “No matarás al vecino”, pero lo mejor de ella es la simplicidad de su título. Una frase que no siempre hay que tomar literalmente. El vecino puede ser cualquier persona de tu entorno. Desde el cabrón que tiene el coche en el parquin, en la plaza de al lado tuyo y que ha provocado que te lo hagan retirar porque sobresale un palmo de tu plaza (aunque a él no le molesta, solo que le toca los cojones que pagues menos porque tu plaza es más pequeña que la que corresponde con tu coche). Claro, también a ese vecino que te pone la música a todo volumen. Lo punzante es que encima tiene la idea de que te está haciendo un favor para que tengas hilo musical gratuito. El colmo es que piensa que su música es lo mejor y es merecedora de que todo el mundo la pueda apreciar. Como los conductores que asesinan nuestros oídos con sonidos varios, incluidas motos de pacotilla que deben presumir de potentes y son tan mierdas como sus pilotos. Pero por rabia que nos dé no podemos ir matando a diestro y siniestro y nos controlamos como podemos «¿Qué lástima verdad?» Solo que a veces la cosa no se supera y nos surge una fijación por una persona en particular y que día a día parece que su existencia en este mundo haya sido concebida para jodernos e irritarnos. Esa rabia nos hace imaginar posibles contiendas contra ella. Nos deleitamos pensando en cómo asesinarla de la manera más agonizante posible, aunque en la vida real si realmente lo fulminásemos en el acto ya nos sería más que suficiente y satisfactorio. Pero porque no utilizar esa imaginación macabra para combatir la rabia y no a la persona. «¿Se puede?» Lamentablemente no siempre, pero es todo un ejercicio que el intelecto puede acabar agradeciendo. Lo importante es saber, que matar al vecino es como ponerte un enorme letrero con las frases: “Me lo cargué yo, si fui yo. El muy desgraciado me lo estaba pidiendo a gritos”. No podemos ser tan tontos, ¿verdad? Por lo menos nos lo podemos currar como por ejemplo en “dos extraños en un tren” (que tampoco es aconsejable porque al fin y al cabo estas teniendo un cómplice y te puede llegar a pasar como en “tira a mamá del tren”). ¿Y porque es como ponerse un letrero? pues porque la policía (que no es tonta) va a ir a hacerte preguntas. Les llaman “preguntas de rutina” y sin ser psicólogos ya dominan el arte de «este me está ocultando algo». Te lo ven en la mirada, en los gestos y en la voz. ¡Si lo ves en todas las series policíacas todos los días! Y tal vez muchos se traguen las series para sacar alguna conclusión y aprender a realizar el crimen perfecto. Como si su hora diaria de serie fuese la clase académica de cómo aprender a no cagarla el día que reúna los cojones de asesinar. ¡No te engañes! Es como pretender aprender inglés porque escuchamos las películas en versión original y con subtítulos en nuestro idioma (y que no deja de ser lo ideal). Y Alguno todavía pensará, pero si no puedo asesinar a quién de verdad se lo merece y que me jode a diario, ¿qué sentido tiene reflexionar el cómo combatir sus impertinencias? Como dijo Jack el destripador “vayamos por partes” y a continuación podéis pasar a leer el primer capítulo “Muerto el perro, se acabó la rabia”. 

Controla el Hannibal que hay dentro de ti

   Este Blog en tono irónico y burlón dista mucho de ser una guía espiritual, ya que es un manual de ayuda irónico, para dejar de matar. Como dejar de fumar o cualquier otro vicio. Se parte de un libro ‘Inocencia Muerta’. Cada sesión tiene una introducción en este blog que corresponde a su capítulo del libro.