Aquí tenéis el siguiente capitulo: "Quién a hierro mata a hierro muere"
Muchísima gente piensa que el quién la hace la paga y que a todo cerdo le llega su San Martin. También se afirma en general que esta vida es injusta y que hay mucho cabronazo suelto que nunca sufrirá las consecuencias de una existencia dedicada a joder al prójimo. ¿Entonces cómo es que existen dos pensamientos tan contrarios?
Analizando la sabiduría popular podemos ver que
nos advierte de que existe un efecto bumerán sobre la persona mal intencionada
que hace un daño (que en mayor o menor medida de la acción realizada pero que
sin duda recibirá su reprimenda). Esta filosofía nos puede ayudar un poco a
esperar que la persona que odiamos se estampe por si sola, y si no es así nos
conformaremos a que durante la espera la herida cicatrice y nos olvidemos de lo
ocurrido. Pero si vemos como ocurre la desgracia esperada, hacía ese cabrito,
disfrutamos tanto como si hubiésemos sido participes de la conjura contra él.
El dicho de que a todo cerdo le llega su san Martín no parece que siempre sea
cierto, aunque la vida da muchas vueltas y a veces no merece la pena sacrificar
la nuestra para acabar con la de un cerdo. Aunque siempre se puede hacer un
poco la traban queta (escondiendo a tiempo la piernaI.
Y si sabemos que no siempre la vida es justa ¿Porque
nos engañamos a nosotros mismos?
Pues se me ocurren unas cuantas respuestas, pero siempre
es la manera más fácil de resignarse a una putada. También si sabes que el que
la hace la paga por tu experiencia (por cierto: felicidades). En cambio, por mi
parte creo saber por qué. Me vino de la mano de la literatura infantil.
Concretamente de los cuentos que me leían. Recuerdo esas noches en las que me
acostaban con algún que otro cuento infantil de los de toda la vida. A esa edad
de locos bajitos escuchamos los relatos sin buscar ni la moraleja ni el
sentido, solo sabes que disfrutas el rato antes de poder conciliar el sueño.
Pero es el subconsciente el que se pone manos a la obra cuando duermes para dejarte
bien claros los mensajes subliminales. Y si bien siempre se les ha dado a los
cuentos un carácter de moraleja para aprender, yo siempre he visto en ellos una
segunda lectura. Cuando lo normal era recibir la doctrina de que, si eres bueno
y cauto, como la mayoría de los protagonistas, todo te irá bien a pesar de las
dificultades que encuentres, yo veía más bien que quien es malo acaba pagándolo
caro. Curiosamente mi carácter de bonachón me hacía preocuparme de si al lobo,
ogro, bruja o malo del momento al final había salido algo airoso de la
historia. Lo cual hacía irritar a mi cuentacuentos porque tenía que inventarse
la parte que menos salían de los cuentos para conseguir que me durmiese
tranquilo.
Sin duda me vino de ahí la creencia que aún
perdura de que todo el que realiza un mal recibe su merecido. El darme cuenta
me hizo mirar un poco el tema de los cuentos y observar que los actuales
difieren mucho de cuando se contaban antiguamente. De hecho, los grandes
recopiladores de cuentos que todos conocemos y a los que tenemos que agradecer
que estos hallan llegado a nuestros días narrativamente, cambiaron y suavizaron
finales, hoy difíciles de aceptar. Lo que nos indica lo crueles que eran y como
siguen siendo de terroríficos los cuentos. Por un lado, es como si advirtiesen
a los críos de que el mundo está lleno de asesinos sin, ir más lejos tenemos a
Blancanieves y Bella Burmiente. Hay incluso extremos que llegan al canibalismo
como en Hansel y Gretel. ¿Realmente estos son cuentos infantiles? Como he dicho,
ahora los cuentos acaban algo mejor, pero si nos remontamos al pasado el cuento
de la caperucita roja por ejemplo acaba que el lobo se zampa a caperucita
después de a la abuela, y santas pascuas. No aparece el leñador por ninguna
parte. Si sirve de consuelo, hay una moraleja final que es casi tan tonta como
el cuento en sí. ¿Y el cuento de la pobre cerillera? Es como retrasmitir
la muerte de una persona minuto a minuto. Es hasta espantoso y cruel para un
adulto como no lo puede ser para un niño. Igual de horrible las historias de
niños abandonados por sus padres como el de Pulgarcito y en Hansel y Gretel,
cuando para los niños los padres son los pilares de su vida.
Desde luego que si queremos que los niños sepan
cuanto antes la cruda realidad de la vida lo mejor es contarles un cuento, como
mucho los podemos traumatizar, pero qué más da si lo importante es que aprendan
a diferenciar el bien del mal.
Una de las congruencias que se puede sacar de la
frase “Quién a Hierro mata a hierro muere” es que la venganza está servida
aunque sea por otra mano, llámese providencia o divinidad, y es que la venganza
siempre será la gran discordia de la humanidad ¿Como pacificar hombres de razas
y religiones que llevan sobre sus espaldas las reyertas sufridas durante
siglos? Que grandioso sería el invento de poder poner el contador a cero de los
rencores de todos los humanos y volver a empezar.
Por supuesto que volveríamos a fracasar a un
teniéndolo tan fácil, y es que aprender de los errores para inventar artilugios
no nos va tan mal, pero de nuestros fracasos sociales no hay manera, no
aprendemos a esquivar la segunda piedra.
La venganza tiene un gran mal y es que se alimenta
de la ira, y las personas la producimos con nutrientes muy especiales, uno de
ellos es la desesperación. Y cuando aparece entonces es casi imposible
encontrar la válvula de escape para que no nos reviente.
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